Prólogo
Hace pocos días, buscando antiguas partituras, saltó inesperadamente a las manos de mi asistente un libro, cuyas tapas en gruesa y bella madera artesanal y anillado en cobre, le llamó la atención. Me lo pasó y… entonces advertí que hacía ya 30 largos años lo había escrito y dejado olvidado.
Disfruté de su lectura y me llamó la atención el que, aunque cuando lo escribí yo tenía tan solo 27 años, suscribía hoy, 30 años después, íntegramente todo su contenido, cual si éste estuviese cubierto con el moho de lo atemporal.
Agradezco a mi amiga Mili Farga, quien amorosamente confeccionó con sus propias manos el libro y me lo regaló con una única página manuscrita por ella y que era todo un desafío maravilloso (pág. 6).
Seguramente por mi amor a la Cordillera de los Andes como fuente de inspiración e iluminación de los Amautas del pasado; y como predisponiéndome desde ya a extender mi audición sutil y veinteañera a las brisas que a ellos los refrescaron en las solitarias cumbres andinas, escribí con grafito y humildad en esas tapas de madera…“Susurros de los Andes”… lo demás era sólo escuchar al viento…
Gracias a ellos, a esa larga cadena de Amautas, que han mantenido viva, cual basso continuum, la llama sagrada de la Sabiduría en esta Tierra primera.
Gracias a Margarita, mi asistente y amiga, quien lo tipeó y con su entusiasmo me animó a publicarlo. Al hacerlo me alienta una sola intención: que a alguien le sirva.
Joakin Bello
Elqui, otoño del 2011
Susurros de los Andes
131 Páginas